Ian: si, yo ya lo sabía y no dije nada. Mandale mis saludos a mi hermanita, que siempre me acompañó. Mis saludos a mi mamá, que nunca dejó de estar cerca mío. Deciles lo importantes que fueron para mí. Sé que vas a poder decirles lo correcto. Siempre sabés qué decir en el momento oportuno, sé que lo vas a hacer bien. Te amo. Me enteré cuando lloré, pero, porqué iba a terminar triste? Porqué decidir terminar desaprovechando lo último que sé que voy a tener? No quise desperdiciar tiempo. Nada de lamentos. Me fui más feliz que nunca. Gracias por todo. Desde el principio estuviste para cuidarme. Nunca nadie te obligó, vos decidiste solo, y te lo agradezco. ¿Para qué contarte algo que te iba a hacer sentir mal? Para que derramar lágrimas por cosas que ya no tienen solución. Son lágrimas en vano, las estamos desperdiciando. Además, no tenía ganas de ver, cómo iba a quedar el Mundo sin mí. Nada de egoísmo, pero, no quería ver los daños que realizaría este final que yo no decidí.
No quiero terminar así. Ahora tengo miedo. Miedo de que no recibas esta carta, miedo de que nunca pueda decirte lo mucho que necesite de tí. Lo mucho que te extrañé cuando te fuiste, si, sé que es un boludes, pero conte los segundos para volverte a ver. Lo importante que sos en mi vida, lo poco que sería sin vos. Cada día, despertarme en tus ojos verdes. Es un verde extraño, porque hacia la luz se vuelven color miel, o en la oscuridad se vuelven un verde olvia. Unos acertijos, una pregunta que vuela en el aire, un color impredecible, siempre distintos, nunca se sabe de qué color serán esta vez. Un verde más claro, un verde más oscuro. Cuando hablás. Cuando escuchás. Tenés ese extraño don que, cuando vos hablás, todos se callan, los pájaros dejan de cantar para darte el espacio a vos. Una profesora decía "llenar el espacio"*. Sí, cuando cantas, todos inconscientemente te seden el espacio, porque en el fondo saben que lo que van a escuchar serán las notas más dulces que podrán escuchar. Cuando vos cantás, el Mundo se detiene, ya nada al rededor tiene importancia, ya no existe un todos, es tu voz y nada más.
¿Un secreto?: Cuando llego de trabajar y vos te estás bañando, entro sin hacer ruido a la casa y me pongo del otro lado de la puerta del baño, y te escucho cantar. Te sentís libre. Lleno. Completo. Después hago mis esfuerzos en cerrar fuerte la puerta de entrada, dejo las llaves y grito que llegué. Esas son las cosas que más me gustan hacer, Porque nadie te para, nadie te inhibe, entonces cantas con todas las ganas, con todo lo que tenés para dar.
Amo verte dormir, porque los pesos del día se van, y tu cara se relaja, y ves otro Ian, otro Ian distinto, que ya no se preocupa, ni por él ni por los demás. Sólo quiere dormir.